¿Está Jesús en tu barca?
En la oscuridad de la noche, los discípulos de Jesús luchaban contra un viento fuerte remando su barca para cruzar un mar agitado.
De repente, en medio de la oscuridad, viento y olas, vieron a Jesús caminando sobre el mar. Tuvieron miedo mientras Él se acercaba a la barca. Pero luego lo oyeron decir: “Yo soy; no temáis”. Al escuchar estas palabras, los discípulos lo recibieron en su barca. Con Jesús en la barca, inmediatamente tuvieron paz, y la barca llegó a la tierra adonde iban.
Este relato en la Biblia retrata vívidamente nuestra situación actual con las luchas tan familiares de la vida. La mayoría de nosotros reconoce que a veces nos sentimos rodeados de problemas. Las dificultades con el trabajo, la escuela, las relaciones personales, el dinero y la salud parecen ser interminables. Nuestros problemas, como el mar agitado, nos sacuden de un lado a otro y nos roban la paz.
Quizás pongamos cara valiente; sin embargo, interiormente nos sentimos atribulados, desanimados y agotados mientras luchamos con los problemas que amenazan agobiarnos. Pero las buenas nuevas que recibieron los discípulos esa noche son las mismas buenas nuevas para nosotros hoy. En nuestra situación de oscuridad y desolación, Jesús dice estas palabras: “Yo soy; no temáis”.
Sin Jesús en nuestras vidas, sólo hay luchas; no tenemos paz ni descanso. Pero ¿cómo podemos tener a Jesús, Aquel que da verdadera paz?
Para que esto sea posible, Jesús, quien es el Hijo de Dios, vino a este mundo turbulento y vivió entre los hombres. Él estaba lleno de compasión amorosa y comprensión para con todo tipo de persona. Él entendía plenamente la condición humana caída. Para salvarnos, Él —Aquel que no tiene pecado— fue crucificado por nosotros, los pecadores. Él llevó sobre Sí el castigo completo que nos correspondía por todos nuestros pecados y derramó Su sangre para que pudiéramos ser perdonados y salvados del juicio eterno.
Pero eso no es todo. ¡Jesús resucitó de entre los muertos! En resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante que salva y da vida eterna a todos los que creen en Él.
El Señor Jesús ya ha hecho todo para que usted sea salvo. Ahora Él sólo está esperando que usted lo deje entrar en su “barca”, es decir, en su vida. Él quiere calmar sus temores y estar con usted durante el viaje de toda su vida. Él le dará una paz que usted nunca ha conocido antes, incluso en medio de las tormentas suscitadas por los problemas de la vida. ¿Lo dejará entrar? Simplemente vuélvase a Él y abra su corazón para recibirlo al orar:
“¡Señor Jesús, te necesito! Gracias por venir como mi Salvador a este mundo turbulento. Te agradezco que moriste por mí. Perdóname de todos mis pecados. Señor Jesús, creo en Ti. Entra en mí y lléname de paz. Permanece conmigo en el viaje de mi vida. Gracias, Señor Jesús. Amén”.
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