Perdido y hallado

¿Cómo llegué aquí? El joven contempló detalladamente su vida. Estaba sin dinero, sin hogar, sucio y se moría de hambre. Uno jamás pensaría que él alguna vez vivió cómodamente en la casa de su padre adinerado.
 
Pero se había ido de su hogar, había cortado la relación que tenía con su padre, había desperdiciado su herencia en una vida de pecado y había acabado en una condición lamentable. Finalmente, volvió en sí. Al considerar honestamente su situación, un sentimiento profundo brotó en él: Tengo que regresar a mi padre. Pero estaba tan avergonzado. Después de todo lo que había hecho, se preguntaba si su padre tan siquiera lo querría como hijo. En su desesperación, decidió regresar a casa, confesar todo a su padre y rogarle que le permitiera ser un jornalero.
 
El hijo desconocía la profundidad del amor de su padre para con él. No tenía la menor idea que su padre anhelaba verlo, esperando y velando por su regreso. Incluso cuando el joven aún estaba lejos, su padre lo vio y corrió a él, lo abrazó y lo besó afectuosamente.
 
Sucio y andrajoso, el joven arrepentido confesó su vida pecaminosa a su padre y dijo: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Pero la respuesta del padre fue vestirlo con el mejor vestido y luego sacrificar un becerro gordo para alimentarlo. Con regocijo, el padre convocó una fiesta, diciendo: “Comamos y regocijémonos; porque este mi hijo estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado”.
 
Esta parábola relatada en la Biblia revela el amor infinito e inmutable de Dios por nosotros. Al igual que el hijo descarriado, con el tiempo cada uno de nosotros se dará cuenta de su verdadera situación: estamos perdidos y necesitamos ser hallados. Quizás nos sintamos demasiado avergonzados como para venir a Dios. Pero Él anhela que cada uno de nosotros regrese a Él.
 
A los ojos de Dios, estar perdido en realidad significa que usted está muerto en sus pecados. A fin de hallarlo y vivificarlo, Dios llegó a ser un hombre sin pecado llamado Jesús, quien murió en la cruz por sus pecados. Debido a que Él sufrió el juicio por sus pecados, usted ahora puede regresar a Dios. Si usted se arrepiente de sus pecados y cree en Jesucristo, será perdonado. Y además, debido a que Cristo resucitó de entre los muertos, usted también será vivificado al recibirlo a Él. Entonces usted ya no estará perdido, sino que será hallado. Ya no estará muerto, sino que será un hijo viviente de Dios regocijándose juntamente con Él.
 
Dios es amoroso y perdonador. Él está velando y esperando que usted venga a Él. Usted puede hacer esto ahora mismo al orar esta sencilla oración:
 
“Señor Jesús, estoy perdido. Estoy muerto en mis pecados. Necesito ser hallado. Te agradezco que viniste a morir por mí en la cruz. Gracias por resucitar de entre los muertos. Te recibo ahora mismo. Entra en mí. Límpiame y vivifícame. Gracias, Señor Jesús. Amén”.

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