En una universidad estadounidense de renombre mundial, un profesor habitualmente preguntaba el primer día de clases: “Si pudieran hacerle a Dios una pregunta, ¿cuál sería?”. Por lo general, los estudiantes decían frívolamente que le pedirían a Dios dinero u otras cosas materiales. Pero en una ocasión particular, un estudiante dijo: “Yo le preguntaría a Dios: ‘¿Cuál es el propósito de mi vida?’”.
 
Esto tuvo lugar poco después de que los ataques terroristas en los Estados Unidos, el 11 de septiembre del 2001, mataran a miles de personas en un día. La nación entera estaba estupefacta y de luto.
 
Desde ese terrible día, otros eventos horribles han seguido ocurriendo, tales como actos de violencia sin sentido en todas partes y desastres naturales devastadores. Estos incidentes terribles y desgarradores nos hacen darnos cuenta repentinamente de cuán frágil y preciosa es la vida. Al enfrentarnos con la naturaleza efímera de la existencia humana, surge la gran pregunta que yacía latente dentro de nosotros, exigiendo una respuesta: ¿Cuál es el significado de la vida?
 
Quizás usted no ha considerado esta pregunta recientemente. Pero si se tomara un tiempo para reflexionar en silencio, ¿cómo respondería a las preguntas que son realmente importantes? Por ejemplo, ¿para qué vivimos? ¿Por qué estamos aquí? Aquel estudiante que dijo que le preguntaría a Dios respecto al propósito de su vida no es el único que está perplejo.
 
¿Podrá encontrar la respuesta en las universidades de hoy? Con estudio detallado, investigación e indagación, pensará que seguramente allí podrá descubrir el propósito de su existencia, pero ¿acaso conseguirá hacer tal descubrimiento?
 
Consideremos esto por un momento. Los estudiantes universitarios actualmente son bombardeados con una variedad abrumadora de filosofías, religiones mundiales, teorías relacionadas con el origen de la humanidad y escuelas de pensamiento acerca de la existencia humana. Sin embargo, la mayoría de las veces Dios y la Biblia son eliminados de la discusión. Muchos consideran que Dios es simplemente un concepto humano defectuoso; y la Biblia es despreciada regularmente como si fuera arcaica, ficticia y carente de valor o relevancia en la sociedad actual. En los recintos universitarios es común que se insinúe o se afirme explícitamente que alguien que lee y cree en las palabras de la Biblia debe ser supersticioso, ignorante o débil intelectualmente. En dicho ambiente, ¿quién quisiera ser encontrado leyendo la Biblia o tomándola seriamente?
 
Pero no se deje engañar, porque la Biblia en realidad revela los misterios de Dios, del universo y de nuestra existencia. ¿Por qué no ser osado y averiguar qué dice la Biblia?
 
Si usted lee la Biblia con un corazón abierto, descubrirá que Dios ama a la humanidad profundamente. Él es el Dios Todopoderoso quien, con una intención específica, creó el universo, incluyendo la humanidad. Con el anhelo de compartir Su vida eterna con nosotros y vivir en nosotros, Dios nos creó a Su propia imagen y semejanza para que seamos Su complemento. Él también nos hizo con un espíritu humano, el cual tiene la capacidad de recibirlo. Al estar unido a nosotros y vivir en nosotros, Dios sería nuestra vida y todo para nosotros; al ser llenos de Dios y vivir juntamente con Él, lo expresaríamos de manera espontánea. Éste es el propósito de Dios para la humanidad.
 
Un guante es una buena ilustración de esto. El guante está hecho en la forma, o imagen, de una mano, con cuatro dedos y un pulgar; es decir, corresponde a una mano. Usted podría poner otras cosas en un guante, pero solamente una mano encaja a la perfección. Cuando una mano entra en un guante, ésta llena el guante. Luego, mientras la mano se mueve, el guante se mueve, con lo cual expresa la mano que está adentro. Un guante está hecho para contener una mano; sin una mano, el guante no tiene sentido.
 
Nuestro ser vacío clama deseando ser lleno. Tratamos de llenarnos con todo tipo de cosas, pero sólo Dios verdaderamente “cabe” en nosotros. No es de extrañar que las relaciones, los estudios, el entretenimiento o incluso una buena causa finalmente nos dejan decaídos, sin rumbo e insatisfechos. Blaise Pascal, el famoso matemático y físico francés dijo: “El abismo infinito que hay en el hombre sólo puede ser llenado por un objeto infinito e inmutable, esto es, Dios mismo”. Estamos vacíos hasta que Dios entra en nuestro espíritu humano. Fuimos hechos para contener a Dios; sin Él nuestras vidas no tienen sentido.
 
También necesitamos darnos cuenta de que la Biblia dice que todos han pecado y carecen de la gloria de Dios. Sin excepción alguna, todo ser humano es pecaminoso; este pecado es la fuente de todos los actos malignos, tanto grandes como pequeños, cometidos en el mundo. Como pecadores, estamos bajo el juicio de Dios, incapaces de acercarnos a Él. Entonces, ¿estamos condenados a permanecer vacíos, sin Dios, y a vivir una existencia sin sentido?
 
La respuesta es un no enfático. Dios nunca abandonó Su plan referente a nosotros. A fin de resolver el problema del pecado, Él, el Dios eterno, se hizo hombre —Jesucristo— para vivir en la tierra y alcanzar a la humanidad. Él fue una persona como ninguna otra; todo Su vivir, Sus obras y Sus palabras fueron perfectos. Después de llevar una vida sin pecado, Jesús fue crucificado y murió en lugar nuestro para salvarnos del juicio eterno. Debido a que Jesús murió por nosotros, podemos ser perdonados y lavados de nuestros pecados.
 
¡Jesucristo no sólo murió por nosotros, sino que también resucitó de entre los muertos! Ahora Él es el Espíritu vivificante, el cual está disponible en todas partes para que cualquiera lo reciba. Él lo ha hecho todo para que esto sea posible. Si usted se vuelve a Él y cree en Él, Él lo salvará, y entrará en usted y llenará el vacío en su interior consigo mismo. Entonces Jesús será su gozo, luz, fortaleza, consuelo, amor, paz, descanso y mucho más. En una mutua relación amorosa el uno con el otro, Él lo llenará a usted y usted lo expresará a Él. Éste es el propósito diseñado por Dios para la existencia humana, y éste es el significado de su vida.
 
Jesús está esperando que usted se abra a Él. Usted puede recibirlo y así conocer el significado de su vida. Simplemente ore de esta manera con un corazón sincero:
 
“Señor Jesús, me vuelvo a Ti. Confieso que soy un pecador vacío. Señor, creo en Ti. Te agradezco que moriste por mí y resucitaste de entre los muertos. Señor, perdóname de todos mis pecados. Te acepto como mi Salvador. Señor Jesús, te recibo en mi espíritu. Entra en mí y vive en mí. Señor, lléname de Ti mismo, y haz que mi vida esté llena de significado. Amén”.