Os es necesario nacer de nuevo

Soy una persona buena. Trato de hacer lo correcto para con otros. Ser amable y llevar una vida moral es suficiente para complacer a Dios. ¿Cierto?
 
La Biblia nos da el relato de Nicodemo, un hombre recto y un líder respetado en su comunidad. Todos admiraríamos a tal persona. Sin embargo, este buen hombre vino a Jesús una noche y le dijo: “Sabemos que has venido de Dios como maestro”. Probablemente pensó que Jesús tenía una nueva enseñanza que le ayudaría a ser una persona aún mejor. Pero en lugar de enseñar a Nicodemo cómo ser perfecto, Jesús le dijo algo impactante a este hombre moral: “Os es necesario nacer de nuevo”.
 
Nicodemo se quedó perplejo. ¿Qué quería decir Jesús: que de alguna manera debía volver al vientre de su madre y nacer una segunda vez? Jesús le explicó: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.
 
Nacer de nuevo no significa nacer otra vez en nuestro cuerpo físico, nuestra carne; tampoco significa convertirnos a una religión, hacer borrón y cuenta nueva o mejorarnos a nosotros mismos. De hecho, a los ojos de Dios, la persona más moral y la persona más inmoral tienen la misma necesidad: ambas necesitan la vida de Dios. A fin de tener la vida de Dios, debemos nacer de nuevo.
 
Nacer de nuevo significa nacer del Espíritu de Dios en nuestro espíritu, nuestra parte más profunda. Cuando el Espíritu de Dios entra en nosotros, nacemos de Dios. Llegamos a ser hijos de Dios. Entonces, además de nuestra vida humana, tenemos la vida más elevada y más maravillosa en el universo: la vida eterna y divina de Dios.
 
Lo importante para Dios no es nuestro comportamiento, sino si tenemos Su vida o no. En realidad, nuestra buena conducta, sin importar cuán admirable sea, nunca puede compensar el hecho de que somos pecaminosos. La Biblia nos dice: “Todos han pecado”. Así que, al igual que Nicodemo, externamente podríamos vivir una vida ética, pero nuestra naturaleza interna sigue siendo pecaminosa. Dios quiere que tengamos Su vida, pero Él es justo y debe juzgar a los pecadores. Entonces, ¿cómo pueden los pecadores juzgados recibir la vida de Dios?
 
La Biblia nos da buenas nuevas: Dios nos ama y dio a Su Hijo, Jesucristo, para que muriera en la cruz como nuestro Sustituto. Allí Jesús llevó sobre Sí los pecados de todo el mundo y fue juzgado en nuestro lugar. Debido a que Él murió por nosotros, podemos ser perdonados de nuestros pecados. Pero eso no es todo. Él resucitó de entre los muertos y llegó a ser el Espíritu vivificante. Ahora, todo el que cree en Él recibe la vida eterna de Dios.
 
Dios lo está llamando a nacer de nuevo. A fin de que esto suceda, usted debe arrepentirse —es decir, volverse a Dios alejándose de todo lo demás— y confesar que es un pecador. Debe creer en Jesucristo y recibirlo como su Salvador. Usted puede nacer de nuevo ahora mismo al orar:
 
“Señor Jesús, soy un pecador. Me arrepiento de vivir mi vida sin Ti, y me vuelvo a Ti. Creo en Ti. Te agradezco que moriste en la cruz por mis pecados y resucitaste de entre los muertos. Señor, abro mi espíritu para recibirte ahora mismo. Entra en mí para que yo pueda nacer de nuevo con Tu vida. Gracias, Señor Jesús. Amén”.

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